Rubén García

RUBÉN GARCÍARuben Garcia IDN Rubensalud

En este lugar voy a comentar algunas cosas sobre mí y sobre cómo me planteo   la vida. Conociendo algo del camino que he recorrido hasta llegar aquí,   camino al que no veo final por ahora, podréis entender muchos de mis cómos,  porqués y para qués.

Mi búsqueda de ese “algo más” comenzó hace años, cuando al fin decidí   atravesar esa barrera psicológica que me mantenía en el lado “físico” del   mundo. Un mundo que luego entendí que era muy pequeño. Por entonces me dedicaba a la Informática, trabajaba como ingeniero   de sistemas, unos y ceros, botones, códigos, lenguajes de programación… e  incluso inmerso en ese mundo a veces sentía que las cosas no eran tan   sencillas. Si lo fueran, cada vez que le daba a un botón debería haber  tenido el mismo resultado, pero no siempre era así. Incluso notaba claramente que mi estado de ánimo ese día influía en cómo se comportaba el ordenador. Si, ya se, todo tiene explicación, y seguramente sea técnica, pero lo que a mí me importaba era mi percepción de lo que pasaba.

Recuerdo de mi tierna juventud el montón de libros que había en casa, y  entre ellos había alguno del Padre José María Pilón, de JJ Benítez, alguno de   psicología, más allá, ovnis, astrología,… estaban allí y eran importantes, pero en cierto modo notaba, aun siendo pequeño, que no se les   permitía ser protagonistas. A ello se sumaba que la zona donde vivía era muy «activa», y de vez en cuando, en casa, pasaban cosas. Y lo importante era que varios miembros de la familia lo notábamos, cada uno a nuestra manera, lo que me hacía pensar que «aquello» era real. Cuando fui creciendo me contaron también que en la casa donde vivíamos antes, yo apenas la recuerdo por ser muy pequeño, también pasaban cosas (por lo que había debajo). Y a medida que crecía seguían las experiencias, incluso fuera de casa. A ello se suma que con 7 u 8 años vi algo en el cielo que no supe reconocer, ni yo ni un montón de personas más que lo vieron, durante horas, en toda la zona. Con los años esta experiencia se repetiría algunas veces más.

Había muchas cosas en el mundo de las que parecía que no se debía hablar…  Me interesaba mucho cuando en la tele salía algo “misterioso”, aquel inconfundible estilo de Jiménez del Oso, y mucho más cuando la gente del pueblo contaba sus   experiencias de primera mano. Por un lado era algo totalmente   frecuente y habitual, muchísima gente lo experimentaba y a la   vez era algo que “no existía” oficialmente, y se comentaba   casi con vergüenza… desde entonces tengo la sensación de que eso es “El elefante en la habitación”, que está ahí,   todos lo ven, pero nadie lo nombra por que “todo el mundo sabe” que en las habitaciones no hay elefantes… bueno, pues con el tiempo me convencí de que ese “todo el mundo” nos dejaba fuera a   millones de personas.

Ya más crecido me volqué en mi trabajo de informática y en cosas técnicas, y así pasé muchos años, relegando todo lo demás al estatus de hobby. Centrado casi completamente en mi carrera profesional de repente me   encontré que había logrado alcanzar la meta que me propuse en mi juventud, solo que llegó mucho antes de lo esperado. Lo que encontré fue una mezcla de orgullo por el éxito y desilusión por la normalidad. Llegué a la cima de la montaña para descubrir que la vida allí era casi igual que la que viví mientras ascendía… que tantos años de esfuerzos, tanta energía invertida de repente no me hacían sentir bien. Cuando llegué arriba me di cuenta de que me estaba dejando la salud en cada jornada, que la tensión del trabajo me la llevaba a casa y la sufría mi familia, que dormía poco y mal, comía aun peor y que me mantenía de pié a base de café y antiinflamatorios.

Inmerso en esa tormenta comencé a tener la sensación de que en mi mundo faltaban cosas, que esto de   vivir se tenía que poder hacer de otras formas, que había zonas de mí que no alimentaba… ya vivía en Madrid por entonces, y me decidí a ver qué cursos   y conferencias había.   Contagiado de la vergüenza oficial por tomar en serio estos temas, me   decidí a iniciarme en Reiki, que fue lo “menos rarito” que encontré…  y   mi vida cambió (una vez más).   Fue como abrir la puerta a un mundo fascinante, infinito, pleno, útil,   interesante…  desde aquel primer curso de Reiki ya no quise parar de  abrir puertas y aprender, experimentar, conocer, aprender… más y más, y   cada conocimiento nuevo que obtenía me abría el camino para varios más. Cada persona que conocía, me hablaba de sus experiencias, y más y más puertas se abrieron. Como todo pasa exactamente en el momento en que tiene que pasar, mi buena   posición en la informática, tras años de intensa dedicación, me permitieron acceder a cursos, talleres, títulos, uno tras otro, en algunos caminos solo   me asomé, en otros profundicé mucho, y todos, todos, aportaron luz a mi vida y mi salud. Tras el deslumbramiento de los primeros tiempos me fui centrando en caminos concretos, que son los que hoy por hoy ejerzo profesionalmente cuando atiendo a personas, enseño en mis cursos y talleres, comparto en conferencias y practico en   diversas actividades que organizo, casi todos centrados en recuperar y mantener el bienestar y  en el crecimiento  integral. Hay otras vías más que están en pleno desarrollo y que más adelante, tal   vez, también comparta con el mundo.

Es hermoso ver como las personas, cada una a su manera, buscan dirigirse al mismo lugar, a Vivir Sano, Feliz y en Paz, y como mejora nuestra vida cuanto más nos acercamos a este  estado. Rodearme de grandes Maestros, ya sea en vida o por las enseñanzas que   aportaron a la humanidad, me han permitido aprender no solo el dato, la técnica, sino que también la parte humana, con sus aciertos y sus errores,   esa que somos y mostramos al mundo. Esa que en última instancia nos define  como personas. A todos ellos mi más profunda gratitud.

La experiencia y los conocimientos que tenemos hacen que cada vez sea más rápido y profundo el aprendizaje, se retroalimenta, y en un determinado   punto de nuestro camino comienzas a ver las conexiones entre todo lo que   vas aprendiendo, por más lejanos entre sí que puedan parecer en un   principio, y comienzas a ver los vacíos que quedan y como puedes ayudar a completarlos. Y es el camino único de cada uno, nuestras experiencias y nuestras   necesidades vitales, las que nos permiten crear nuestra propia visión de las cosas, a veces muy personales, y a veces tan sólidas y coherentes que   las puedes compartir con los demás y ayudarles a avanzar en sus propios caminos.

Lo que yo enseño en mis Cursos, lo que hago con quien me pide ayuda o en los talleres son mi manera personal de hacer y de aplicar aquello que se. No encontrarás a dos personas iguales, o a dos maestros de algo iguales. Esta es mi forma de ver el mundo (en continua evolución).

Bienvenidos todos!  

Caminemos juntos una parte del camino!

Rubén García

T.C.

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